Relatos

Hemos pensado en recopilar nuestros primeros siete singles en una saga "espacial" contando una historia por capítulos. Están escritos con la intención de poderse leer mientras se escuchan los temas correspondientes.


Empezamos por "Believe your ears"







CAPÍTULO 1 – Believe yours ears


Un ligero goteo de energía se derramó sobre él. Esta energía no tenía procedencia y emergía de la nada para rodearlo poco a poco. El primer y último sentido que tenemos es el oído. Unos cuantos decibelios invadieron su ser y, paulatinamente, otras nuevas formas de percepción se fueron acumulando desde diferentes lugares. Como ocurre en los días en que amanece despacio, la luz fue entrando lentamente y sin prisa en los entresijos de sus sentidos.


- Esto debe ser el comienzo, pero … ¿dónde estoy?  – pensó.


Se sentía algo aturdido. No había ningún recuerdo ni ninguna sensación previa que le sirviera de respuesta para su reflexiva pregunta.


- No sé dónde estoy ni tampoco … ¡quien soy!.


Notaba como era capaz de percibir sensaciones a un ritmo vertiginoso. Miles de datos entraban a formar parte cada segundo de su memoria y, aunque todas eran ajenas hasta ese momento a él, la mayoría las interpretaba como agradables y placenteras. Tan distintas entre ellas y tan poderosas, las percepciones lo rodearon e invadieron en distinto orden de forma sincrónica.


El tiempo, el espacio, la luz, la tangibilidad, el aire, el fluido, el sonido, lo corpóreo, lo inmenso, … Cada nuevo aluvión de información del mundo que le rodeaba tenía su identidad propia. Lo etéreo, el calor, el silencio, la velocidad, el color, el frío, los olores, …


En el rato que llevaba percibiendo sensaciones había acumulado gran parte de la información que necesitaba para moverse por su nuevo espacio. Aún así, su mayor preocupación era el no contar con ninguna vivencia anterior. ¿Cómo podía encontrarse con tanto por sentir y no tener ningún recuerdo ni experiencia anterior desde el comienzo del primer sonido en sus oídos?. ¿Debía creer en sus oídos?.


De pronto, notó que había medidas en todo lo que le rodeaba y le surgió una idea: Podía cuantificar unas y contraponer otras. Por ejemplo: El tiempo iba hacia delante y podía recordar lo que sintió un rato antes. El frío y el calor eran contrapuestos, igual que el sonido y el silencio. Había una sensación, el espacio, que era una constante, porque siempre estaba ahí, pero este podía ser vivido de diferente modo según se encontraran las demás variables.


- ¿Puedo cambiar?. ¿Soy tangible?  - Se preguntó.


Podía notar que el mundo que le rodeaba tenía estructura visible, espacio tridimensional y que interactuaba con lo de alrededor. Sin embargo, no tenía claro si todos esos elementos de su entorno lo podían percibir a él. ¿Qué pensaba la velocidad de él? Y ese olor penetrante … ¿cómo lo sentiría a él?.


Cada cierto tiempo, notaba una especie de sopor o bajada en su actividad. Puede que ese fallo de energía estuviese explicando el hecho de no tener información previa. Puede que hubiese tenido un período largo de sopor y por eso no hubiese nada antes del primer sonido en sus oídos. Esto le provocó una nueva sensación: Miedo. ¿Podría volver a ocurrir ahora?.  Cuando su energía bajaba de intensidad no perdía todas las percepciones ni toda la información previa, por tanto, el hecho de no existir nada anterior al primer sonido, no lo causaba una disminución de esta. Puede que hubiera en todo un comienzo y ese comienzo se estuviese originando en este preciso momento.


Se calmó un poco y dirigió sus pensamientos lejos del miedo. El miedo se puede aislar si se ordenan las ideas dispersas. 


La existencia del tiempo le daba la posibilidad de esperar a que transcurrieran fragmentos de ese tiempo y cambiara la situación. 


Aprendió a esperar.


Además, mientras se libraba del miedo, descubrió que tenía solamente dos formas de interpretar lo que le rodeaba: Según lo concreto o según lo abstracto. El miedo era abstracto y se basaba en causas que podrían ser concretas (frío, silencio, oscuridad …). A su vez, el silencio era concreto (ausencia total de sonido), pero provocaba una sensación en él, el malestar, que solamente se percibía como abstracto. No veía malestar en torno suyo, sólo era una sensación propia e íntima.


El hecho de diferenciar sensaciones etéreas y tangibles, le respondió a su anterior pregunta sobre su existencia física. No era tangible porque nada de lo de alrededor cambiaba con su presencia. Él no era material. El tiempo seguía su ritmo, el espacio parecía estar igual y la luz no provenía de él. La luz, ¿provenía del exterior del espacio en el que se encontraba?.


- Tengo que ir a explorar de dónde viene la luz – se dijo.


Para poder empezar a explorar, comenzó por sentir las partes de sí mismo. Era ligero, condensado, pero a la vez, expansible. Con respecto a lo que veía, su ser era pequeño, limitado a una pequeña porción de ese espacio y tenía la capacidad de variar su posición dentro de él. Descubrió ese movimiento propio cuando quiso cambiar de espacio durante un lapso de tiempo. La velocidad era esa relación entre ellos.  Tiempo, espacio, rápido, lento, movimiento.


Llevaba acumulados unos minutos de existencia pero cada vez que llegaba a una conclusión, múltiples caminos y explicaciones se abrían para él. Podía organizar las opciones y clasificar las ideas como unas derivadas de otras. Así conseguía decidir lo que debía hacer.


- Debo venir de la luz. Puede que encontrando más luz, haya otros como yo. 


Esto le llevó a un nuevo pensamiento abstracto: La soledad. Veía como las estructuras de su entorno tenían otras estructuras parecidas cerca. Por tanto, a los segundos se seguían otros lapsos de tiempo parecidos y a las paredes se unían otras paredes para conformar un espacio limitado. Tendría que encontrar el espacio en el que hubiese semejanzas a él e intentar averiguar si podría forma parte de alguna estructura o compartir algo lejos de la soledad.


- Este espacio está organizado por semejanzas.
- Decidido. Tengo que ir a explorar de dónde viene la luz. Me moveré y la seguiré.








CAPÍTULO 2 – The Explorers


Comenzó a fluir por entre el espacio que lo rodeaba. Aprovechaba los cambios de temperatura y las texturas para dejarse llevar entre las paredes y caminos que iban cambiando a medida que se aproximaba. Sabía expandirse y moverse a través de su universo.


Colores, olores, sonidos, sabores y distintos matices llegaban a ser percibidos ordenadamente dependiendo de la altura o la velocidad que adquiriese.


Haciendo un esfuerzo por concentrarse en su labor de explorador, notó que intermitentemente podía ver como la mayor parte del control del espacio que tenía a su alrededor residía en unas membranas chispeantes. Había millones de ellas en torno a él. Estaban conectadas entre sí y podía acercarse a ellas. Incluso conseguía rozarlas. Él seguía siendo intangible, pero, por algún motivo, era capaz de interactuar.


- No son como yo, pero deben saber dónde está el origen de la luz – se dijo.


Notó como la energía que fluía de las membranas se transportaba por otras cercanas y, estas a su vez, a otras. Por fin llegaba a paredes y provocaban cambios en la situación del espacio.


De repente, cuando decidió preguntar a una de ellas, un enorme caudal de fluido energético salió de su ser y rodeó a un grupo entero. De esa unión surgió un gran destello de luz.


- Puede que la luz no provenga de ningún sitio en realidad. Es probable que sea el conjunto de membranas y yo mismo el que lo produzca – asintió.


En ese momento percibió cambios dentro de él y supo que los seres como él y las membranas podrían ser complementarias. No tenía ningún dato para afirmar que podía existir otro ser como él, pero era uno de los pensamientos que alejaban al miedo y a la soledad.


Tras interactuar, se producían alteraciones de temperatura, ruidos, colores y cambios en el estado de la luz. Aprendió también a expandirse entre grandes espacios. Si un grupo de membranas conectaban con él, otros grupos cercanos se contagiaban y empezaban a sincronizarse todas.


Siguió explorando y encontró parcelas pequeñas de luz que giraban alrededor de un eje. En realidad eran dos ejes que mantenían simetría. Por entre esos ejes entraba, del exterior de su espacio, otro tipo de luz distinta.


Se sintió cegado por esta luz exterior y decidió seguir el impulso de investigar primero lo más cercano a él. Luego, si podía, volvería a visitar las pequeñas parcelas de luz giratorias. Le daba miedo y vértigo el abarcar demasiado espacio al mismo tiempo.


Dentro de cada pared, camino, membrana o espacio vacío de contenido había una distinta actividad y, además, esta actividad podía ir cambiando de estado. Él notaba sincronía con todo lo que le iba rodeando en su exploración. Modificaciones químicas, movimientos, sonidos, velocidades, … Todo se encontraba apegado a su ser y empezaba a formar parte de un sólo elemento.


Llegó un instante en el que sentía que todas las estructuras cercanas dependían de él y que podía adueñarse en parte de los cambios que iban produciendo. Los centelleos podían brillar más o menos y provocar que el frío se convirtiera en calor. ¡Y todo eso lo podía hacer sólo con desearlo y rozar las estructuras de alrededor!.


En poco tiempo se había expandido por todo su espacio y tenía un gran porcentaje de control sobre lo que le rodeaba. Estaba satisfecho y conseguía mantener lejos al miedo y la soledad.


Entonces se produjo un hecho que no esperaba: Deseó aumentar la velocidad de un fluido rojo cercano a él y no lo consiguió, pero fue el desencanto que sintió por ello el que lo provocó.


- Probablemente, todo mi nuevo poder sea sólo fruto de la casualidad – pensó.


Como consecuencia de la casualidad o como causalidad misma, el efecto del desencanto provocó que el fluido y toda la actividad próxima aumentara. Ríos de intensidad química, sustancias circulando y millones de movimientos imperceptibles se acumularon en la zona donde él se encontraba. El desencanto podría ser … ¿miedo al pasado?.


Notó cansancio y volvió a sentir el mismo descenso de su vitalidad que antes. La fluctuación era inconstante, pero cada vez más porcentaje de tiempo sentía que necesitaba reponer energía de alguna manera.


Se tendió y dejó que lo abrazara todo el entorno. En un lapso de tiempo que no podía medir había descubierto que podía influir en las membranas, los fluidos, las paredes, los colores y todo lo que le rodeaba. Había comprobado que la luz es fruto de la complementariedad y que un sentimiento abstracto como la frustración, podía producir más efectos en su universo que un simple deseo u orden directa. Este mundo era realmente complicado de dirigir.


- Debo buscar el equilibrio entre todo esto. Debo conocer más sobre la luz.


Al decir esto, sintió que la suma de todos los hallazgos recientes le había disipado los miedos y la sensación de soledad. El tener un objetivo, el organizar sus ideas y el priorizar lo que hacer le daba una nueva perspectiva más positiva. No tenía ni la más remota idea de por qué estaba allí, de qué se supone que debía hacer y de cuándo encontraría el camino de vuelta a casa. Eso, claro, si tuviera claro que procediera de algún sitio y que pudiera volver a él.


De repente, se acordó de los dos ejes y del atisbo de luz exterior. Sabía controlar la luz interior y podía interactuar con todo lo que conocía, pero no sabía ni qué producía la luz exterior ni tampoco qué paisaje iluminaba.


- Imagino que estamos en tres universos en verdad: el mío interior y lo que estoy pensando, el de mi entorno inmediato, en el que influyo y el universo exterior, que está aún inexplorado.


Súbitamente, un destello se propagó alrededor de él, el fluido rojo se aceleró, algunas paredes cambiaron de forma y se vio propulsado hacia arriba con gran velocidad. No había pasado prácticamente ningún intervalo de tiempo y se encontraba enfrente de las dos pequeñas parcelas de luz exterior con sus correspondientes ejes. La luz de fuera de su universo entraba en diferente intensidad dependiendo de la posición de los ejes y estos llevaban a cabo movimientos simétricos.


Observó que estos movimientos tenían forma de elipse ocasionalmente y que, otras veces, rodeaban a todo el halo de luz exterior dibujando una órbita circular sobre el punto de rotación de los ejes.


No pudo creer lo que veía cuando decidió asomarse para ver de dónde procedía la luz exterior.





CAPÍTULO 3 – Orbital Ellipses


El espectáculo cuando miró a través de los ejes fue impresionante.


¡Decenas de universos como el suyo se encontraban generando la luz exterior! Y esa luz iluminaba una extensión al menos mil millones de veces más grande que todo lo que conocía hasta ahora.   Nunca hubiese imaginado que su universo fuese tan pequeño. Además, …, ¡todo sonaba in crescendo!.


Desde las dos órbitas elípticas se podía distinguir dos cosas principalmente: Estructuras parecidas a la suya y otras, de muy variada forma y composición, que se veían iluminadas por ellas. Además, todo llevaba un ritmo pausado, pero potente a la vez: Los colores, los movimientos, los olores, las texturas, …


Si antes notó soledad y miedo, ahora sentía ansiedad y temor. Notó como situaciones contrapuestas podían provocar en él los mismos sentimientos negativos. Las vivencias negativas eran exactamente lo contrario a la sensación de bienestar de cuando todo funcionaba en orden y de manera armónica. El miedo era como la distorsión o el deslumbramiento y la ansiedad era como la falta de ritmo o la oscuridad.


Había cambiado mucho desde que tenía recuerdos. No podía recordar nada de lo anterior al primer sonido en sus oídos, pero ya había explorado un universo completo y estaba descubriendo otro a través de las órbitas.


Entonces, se apartó un poco de su puesto en el mirador  e intentó poner en orden sus emociones.


- No sé si puedo manejar mi mundo como para salir al exterior. Me alegra saber que hay más cosas aquí y necesito aprender más sobre mi espacio.


Así que empezó por aprender a mover los ejes, a combinar los movimientos para alinear los halos de luz exterior, a graduar el sonido que entraba dentro de su espacio y a notar y medir las sensaciones que el fluido y las membranas provocaban con sus cambios de intensidad.


Estuvo luego un tiempo comprobando si todos los deseos, intenciones y órdenes que daba en su entorno tenían una correspondiente respuesta unísona a su alrededor. Había comprobado que podía incluso mecanizar y hacer automáticas algunas tareas de control. Un estímulo daba lugar a varias acciones encadenadas sin que siquiera las pensara una a una.


La extensión de su materia ocupaba ya todo lo que hace un rato creía que era la totalidad de su universo. Así, todas las paredes con sus movimientos, los ejes, las membranas centelleantes, los fluidos rojos y los millones de sustancias que iban y venían, estaban sincronizadas con él. Sólo con pensar en un movimiento todo se complementaba para llevarlo a cabo más o menos como él lo había imaginado.


No sabía quién era, de dónde venía ni tenía respuesta para ninguna pregunta, pero sí sabía que toda aquella estructura variada era parte de su ser y él pertenecía de forma recíproca  a ella.


- Puede que me hayan puesto aquí para formar equipo con todo esto – ironizó.


Se concentró y buscó la manera de coordinar todos los movimientos de las órbitas e ir recibiendo los cambios en la intensidad de la luz. Cuando fue capaz de alinear e interpretar la luz exterior fue ordenando la información recibida y así pudo hacerse una idea de lo que significaba el mundo exterior. Evitó la oscuridad y el deslumbramiento.


Hubo momentos en que se sintió ciego y todo a su alrededor se convulsionaba ante cambios bruscos de dirección lumínica. En este sentido, lo que más le sorprendió fue descubrir la visión de perspectiva que tenía el universo de fuera. Había zonas muy claras y otras muy oscuras.


- La distancia entre objetos ahí fuera es enorme en comparación con la que hay aquí – señaló.


Como tenía una visión general de lo que pasaba en el exterior, pudo probar las reacciones que provocaban los cambios de su universo en el mundo de fuera. Intentó generar sonidos, movimiento, cambios de temperatura, de color, etc …


La cantidad de fuente lumínica de fuera era tan grande que empequeñecía todo lo que hiciese, pero desde su atalaya podía detectar si algo cambiaba en su entorno.


Pero súbitamente, notó una gran bajada de vitalidad alrededor de él. También notaba un descenso brusco y generalizado de la temperatura. Algo estaba fallando. Puede que fuese culpa suya por esforzar las estructuras de su universo más de lo permitido. Estaba nervioso y se encontraba asustado. No podía dejar que por mucho tiempo, el fluido rojo, las paredes y el color cesaran, así que reunió casi todas sus habilidades y aunó el sonido, el movimiento, la velocidad y todo lo que supusiese gasto de energía y gritó.


- ¡Eh! – sonó en el mundo exterior.


- ¡Eeeeeeeeeeeeeeeeeeeeeeeeeeeeeeeeeeeeeeh! – repitió mucho más fuerte.


Un nuevo elemento se sumó a la luz. El viento. Cantidades brutales de viento empezaron a circular alrededor de las órbitas y de las otras estructuras. La suma de todas sus habilidades había producido esta nueva sustancia, que además se sumaba al sonido haciéndose sincrónico con él.


Cuando aún no se había recuperado de este hallazgo empezó a generarse un nuevo elemento: Líquido transparente, sin color y mucho más fluido que lo que había visto hasta ahora.


La suma de sonido, viento, líquido sin color y movimiento sí provocó cambios en el exterior. La luz se hizo más intensa y directa hacia él y se producían sonidos en el ambiente.


Se le ocurrió dirigir toda su atención hacia las fuentes de luz para ver si alguna tenía órbitas. Cuando aumentaba la intensidad lumínica o cuando se generaban sonidos, se intuían pequeñas formaciones entre los halos de las otras figuras que había interpretado hasta ahora como universos distintos al suyo. No podía contactar con ellas porque, imaginaba, aún no estaba a la distancia precisa y sus gritos no parecían acercarlas a él.


- ¡Eeeeeeeeeeeeeeeeeeeh! – gritó.


Y, entonces, sucedió:


- ¡Eh! – gritó otra fuente de luz, acercándose muchísimo y levantando viento a la vez.


Había contactado. Empezó el encuentro.


Y Continuará ...